¿Quién es Zoilita?

Zoilita, mi tía abuela, es la última de 12 hermanos, Wayuu de Clan Sijono, de color morena y cabello crespo. Llega a la ciudad de Maracaibo, Venezuela, en medio del gran auge petrolero en los años 70. Mujer hermosa quien junto a varias primas se dedicaban a hacer muestras culturales de la Yonna (Baile tradicional wayuu) en diversos eventos en la gran ciudad emergente.

Pese a su belleza y elegancia Zoilita no logró consolidar una familia propia, dedicó su juventud y su vida a cuidar a sus nietas sobrinas, con quien aún vive en la actualidad. Con paciencia, amor y dedicación, apoyó en la educación de 6 hijos.

Estando establecida en Maracaibo en constante trasmigrar a la alta Guajira, su territorio, su cementerio, su antigua casa, hacia que la vida en Maracaibo fuese otra Guajira para todos.

Las circunstancias del país venezolano han hecho que Zoilita ahora viva en Maicao, territorio colombiano, en donde comparte con sus nietas sus historias. A pesar de que siempre refiere a los mismos cuentos mantienen la sensación de la palabra que se trasmite con grandes enseñanzas cada vez que los narra. Ella hace vivir un mundo fantástico, una Guajira que no se conoce pero que está viva en sus relatos, en sus personajes, en sus recuerdos y en sus suposiciones entre lo fantástico de la mitología y la realidad vivida.

Ahora Zoilita, encerrada en un apartamento de paredes blancas, en un segundo piso, en un confinamiento obligatorio que la sitúa en semejanza a su encierro como parte del ritual cuando pasó de niña a mujer, en su primer período menstrual.  Sin embargo, la situación actual la obliga a no salir, estar lejos de su territorio natal, lejos de los demás miembros familiares, haciendo que el arte de tejer todos los días sea un acto de resistencia, de mantenerse con vida, que la ancla a la memoria de cada confinamiento que ha tenido que atravesar.

Zoilita es diabética e hipertensa, bajo medicación y control constante, su mayor temor en este tiempo de cuarentena es ser contagiada por el Covid 19 y que su cuerpo termine quemado, impidiendo que sus restos vayan a reunirse con el resto de sus demás familiares en el cementerio familiar.